Si algo tenemos en común
todos los integrantes de este blog, es la pasión por el Periodismo.
Y para que se realice el ejercicio periodístico, es necesario un
sistema democrático. No se puede entender el periodismo sin
democracia, y viceversa. Dentro de la forma de organización estatal,
democracia -gobierno del pueblo- la libertad de expresión y de
prensa son derechos fundamentales. Por ello, el periodista debe
poseer autonomía a la hora de plasmar su opinión en los distintos
medios (aunque este principio es muy cuestionable en la actualidad).
Los periodistas y los
medios han tenido que incorporarse al mundo tecnológico. Los
primeros, sobre todo, a través de la red social Twitter, cuya
participación les permite interactuar con sus seguidores. Los
segundos (los medios) creando páginas webs y permitiendo el acceso a
la información al ciudadano con tan solo un “clic”. Esto hace
que la población se entere de cualquier suceso al instante y pueda
formar parte del mundo periodístico, aportando nuevos datos. Pero
esta acción perjudica a la actividad, ya que (como ha ocurrido en
numerosas ocasiones) se dan informaciones falsas, y ello daña la
crediblidad que poseen los medios y los periodistas.
Sin embargo, el proceso
en el que nos encontramos sumergidos (la democracia) no se ha servido
de las nuevas tecnologías para mejorar su desarrollo, aunque los
políticos también utilizan Twitter para mostrarnos la
celebración de actos etc., pero nunca para incentivar un debate con
sus votantes ni para preocuparse por la opinión de los ciudadanos.
Por esta razón, muchos activistas proponen una nueva alternativa, la
ciberdemocracia.
La ciberdemocracia es el
uso de las tecnologías de la información y comunicación en el
ejercicio de la práctica democrática por parte de los ciudadanos.
Está vinculada a internet como medio principal de participación
ciudadana. Por ello, recibe varios nombres, entre los que destacan
democracia digital, e-democracia, democracia 2.0 e incluso hasta 4.0.
Se plantea como una mejora o alternativa al actual modelo de
democracia representativa -que se basa en la participación del
ciudadano mediante su voto una vez cada cuatro años-, y cuestiona la
legitimidad de la élite democrática (partidos políticos y grupos
de presión). En la práctica, implica menos distancia entre
políticos, instituciones, procesos democráticos y ciudadanos.
Posiblemente se
trata de la evolución lógica de una sociedad más conectada,
participativa y preparada que nunca, que exige cambios al modo en que
está funcionando la democracia. La utilidad potencial de la
ciberdemocracia alcanza varios ámbitos:
Favorecer la información y gestión de los
procedimientos burocráticos (ej. BOE, administración electrónica,
DNI electrónico).
Garantizar el control y transparencia del
ejercicio político: mejorar la relación entre las instituciones y
los ciudadanos.
Promover el debate social: foros, temas de
actualidad, intercambio de ideas, búsqueda de soluciones…
Reducir la distancia de los ciudadanos respecto
los procesos democráticos: agilizar las iniciativas populares
ciudadanas, propuestas de leyes, etc.
Incluir a los ciudadanos en la toma de
decisiones críticas en los períodos entre elecciones: voto
electrónico, referendos digitales, etc.
Algunas sociedades ya
promueven el uso de los medios electrónicos para mejorar su
funcionamiento democrático, como es el caso de Islandia. Para ello, han
redactado una nueva Constitución que ha contado con la participación
de todos los ciudadanos. Un Foro Nacional de 950 personas electas
preparó el texto inicial sobre el que trabaja un Consejo
Constitucional formado por 25 ciudadanos que cuenta con ideas y
propuestas aportadas por los islandeses en las redes sociales. Además
de la participación, la otra clave es la transparencia: las
reuniones del Consejo Institucional son retransmitidas por Internet.
Dentro de la
geografía española, destaca la transparencia política en el País
Vasco (con iniciativas como La plataforma Irekia del Gobierno Vasco,
la retransmisión de las sesiones del Parlamento de Vitoria-Gasteiz o
la iniciativa OpenData Euskadi) y el caso particular del municipio de
Jun, un pueblo de algo más de 3.000 habitantes se erigió en 1999 en
la capital mundial de la ciberdemocracia. Declararon el acceso a
internet derecho universal y en 2001 hicieron el primer pleno
interactivo del mundo. Hasta su alcalde tiene un videoblog.
Para
facilitar vuestra aportación, os propongo una serie de cuestiones:
¿Qué herramientas digitales creeís que pueden ser útiles para
contribuir a una mayor participación de los ciudadanos en los
asuntos comunes? Además, ¿consideráis que los políticos actuales
pretenden incentivar la ciberdemocracia?.